Antes de que llegue el calor del verano y la escasez de agua, queremos aprovechar la humedad de la primavera para visitar una zona especialmente bonita en esta fecha: Las Tablas de Daimiel.
La ruta onroad que hemos preparado, discurrirá por pequeñas carreteras manchegas que se irán adentrando en la meseta con hitos tan significativos para nuestra historia como el castillo de Almonacid (de origen árabe) en el que se libró y perdió la batalla de Almonacid contra el ejército francés; o el castillo de Peñas Negras, al poco de dejar atrás Mora. Visitaremos también Consuegra, con sus molinos de viento, y nos aproximaremos a los Montes de Toledo y el PN Natural de Cabañeros para llegar por sus sinuosas carreteras hasta Las Tablas de Daimiel.
Allí tenemos previsto un paseo por la Ruta de la Isla (2,5 kms / 1,5 hora) de forma circular para disfrutar de la vista a las zonas más húmedas y de las pasarelas de madera que tanto hemos visto en fotografías.
Comeremos de tipo picnic aprovechando la belleza del lugar, esperando que haga buen tiempo. Así que no podemos olvidar la mochila, un calzado para caminar y la cámara de fotos.
El retorno lo tenemos previsto por los Montes Toledo hasta Orgaz, donde haremos la despedida oficial. Sin perjuicio de que luego volvamos en grupo hasta casa.
Datos de la Ruta:
Itinerario: onroad, de unos 415 kms aprox
Tiempo estimado de llegada a Madrid: 19.30 de la tarde.
Comida: picnic llevado por cada uno
Importe: 15 euros (30 no socios)
Forma de confirmación: ingreso en la ccc habitual
El lugar y hora de salida será la gasolinera Repsol de la A-42 previa a la salida de Parla Norte a las 09.00h (depósitos llenos para salir). (Repsol La Cantueña en la Autovía de Toledo, 28946, Madrid https://goo.gl/maps/2Qhaeh6t5CS2 )
Crónica de la ruta por Luis Cabezas:
Los madrugones siempre pesan, sobre todo en fin de semana, pero con un buen motivo y media hora más de sueño, todo se hace más llevadero. Por eso, a las nueve ya estábamos todos departiendo en la gasolinera en la habíamos sido citados, con los depósitos llenos, el día por delante y la Mancha por recorrer.
Y pusimos rumbo a la Ciudad Imperial para disfrutar del mirador natural de la ciudad que es la orilla opuesta del río Tajo, cerca de la peña del Rey Moro, Toledo, lleno de leyendas… Allí nos esperaban con sus motos de enduro Jota y Óscar, quienes iban a disfrutar a su manera campera del día que AEMOTUR nos había organizado.
Volvimos a coincidir con ellos estando ya en lo alto de la peña que sustenta el castillo de Almonacid, recortando silueta contra un cielo absolutamente limpio y luminoso que anticipaba el calor que nos iba a acompañar durante el resto del día. Algunos llegaron hasta la misma puerta, como queriendo conquistarlo, como antaño hizo el Cid Campeador. Otros nos quedamos en una explanada anterior, viendo las primeras maniobras del dron que seguro nos vigilará en futuras excursiones.
Tras esa parada nos encaminamos a Tembleque, a fin de almorzar y disponer de un rato de conversación, algo escasa casi siempre que se viaja en moto y, sobre todo, en solitario. Buenísimo el bocadillo de queso manchego, como no podía ser de otra forma, y sorprendente la belleza de su Plaza Mayor, no hace mucho restaurada, típico ejemplo de la arquitectura de la zona con su doble función lúdico-festiva como lugar de esparcimiento habitual de la población , o como plaza de toros rectangular cuando la fiesta lo demanda.
Repuestos con el almuerzo, las carreteras manchegas nos llevaron, cruzando Turleque (hay que ver los extraños nombres que poseen numerosos pueblos toledanos , a juicio del que escribe…) a los molinos de Consuegra. El sitio es magnífico, aunque el tráfico es elevado y el tránsito de autobuses hace imposible dejar las motos como nos hubiera gustado. Allí, los «gigantes» se dsiponen en hilera sobre el cerro Calderano a continuación del castillo, otro castillo castellano. 12 quedan, de los 13 que hubo desechando supersticiones, todos restaurados y con nuevos usos: oficina de turismo, escuela taller, museo… dejando que el pasado sea historia para deleite de la vista del visitante.
El calor apretaba y se acercaba la hora de comer lo que cada cual según sus gustos había preparado la talega con las viandas y bebercios de su interés. Y de Consuegra, a las Tablas de Daimiel, humedal y parque natural. Pese a ello, la fuerza del sol dividió al grupo entre los campistas que decidieron hacer uso de las instalaciones del parque, y quienes disfrutaron del menú de algún restaurante local, que cada cosa tiene su encanto.
Por ese motivo, el tremendo calor de la hora, fue imposible el paseo por el interior del parque. Sin embargo, Quique Arenas, nuestro guía y buen conocedor de la zona, nos sorprendió con una visita que bien solucionó aquel imprevisto: la laguna de Navaseca, cercana a las propias Tablas. Diversas aves que confieso no conocer, patos y flamencos nos esperaban al atardecer.
Y así se iba cerrando el día entre castillos, molinos y naturaleza.
Decidimos dejar el tramo previsto de Cabañeros para otro día y tomamos camino directo hacia Orgaz, donde nos despedimos tras un merecido refresco enfrente de la iglesia de santo Tomás, obra inconclusa por problemas económicos durante su construcción.
Después, los participantes decidieron su vuelta por diversos caminos: los que iban con más prisa, autovía hacia Madrid; otros, con más calma, hasta casa por la vega del Tajo hacia Chinchón y Madrid.
Un día en moto nunca defrauda, vayas por donde vayas. Y menos los que dejan esencia Aemotur.
Yo, volveré.
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